(Foto: Yo con 11 años en el barrio de Chinchón)
El juego, es algo mundial, en todos los lugares del mundo se puede observar una gran variedad de los juegos más variopintos. Normalmente se desconoce su origen y están caracterizados según las zonas: por su nombre, variaciones, otras reglas, etc. El juego popular tiene tres características: prácticamente no se necesitaba material o material cotidiano, solía pasar de padres a hijos y tienen un afán lúdico. El juego ha ido evolucionando como todo, el juego actual está basado en lo interactivo y que se puede participar con un monitor. Antiguamente se salía a jugar a la calle, los niños pasaban el día fuera de casa (se entraba a casa sólo para comer, dormir y alguna “regañina” por tirarse tanto tiempo fuera de casa). Es cierto que actualmente las ciudades y los pueblos han evolucionado y se han ido reduciendo los lugares donde podrían jugar los niños, pero también los niños se han vuelto más sedentarios y dependientes de objetos materialistas para poder jugar.
Por suerte yo he sido una de esas generaciones que se han quedado a “matacaballo” entre el jugar en la calle y el jugar en casa y yo he podido vivir en parte algo de esto. En Madrid poco podía hacer a la hora de salir ya que es una zona en la que parques hay pocos pero recuerdo cuando mis padres “nos desembarcaban” a mi hermana y a mí en los pueblos Ciempozuelos y Chinchón paterno y materno, respectivamente y durante todo el verano nos tirábamos “zascandileando” (fuera de casa) jugando. En Ciempozuelos no eran los veranos tan intensos pero recuerdo que mis abuelos tenían un patio enorme (aproximadamente como un campo de fútbol-7) en pleno centro del pueblo y era donde más tiempo pasaba. Pasaba mucho tiempo solo hasta que mis primos y primas bajaban para jugar conmigo asique mi principal recurso era la imaginación: creaba fuertes, hacía cabañas con persianas antiguas, etc. Cuando bajaban mis primos era diferente y jugábamos a juegos (la mayoría populares): el escondite, el tu-la-llevas, el pañuelo, al fútbol (con porterías de piedras), nos bañábamos con la manguera y un barreño, cazábamos caracoles cuando llovía de un pequeño jardín, la rayuela (en la azotea), al rescate, jugábamos a “los toros” (imaginábamos que era un encierro, corrida de toroso un alto).
Chinchón era otra cosa, mis abuelos vivían y viven en un barrio a las afuera del pueblo al lado de las eras (zona de campo de tierra). Allí solíamos jugar todos los hijos de los vecinos y el juguete por excelencia era la bici aunque fuera una bicicleta antigua (recuerdo que tenía y está por allí una BH azul de paseo y era tan válida como las demás) y las utilizábamos para ir a todos los lados aunque fueran 100m. ó 200m. Salíamos a dar vueltas, a jugar al fútbol en una pequeña calle peatonal, al escondite (nos escondíamos debajo de los coches y llegábamos negros a casa), al alto, construíamos casas de madera con “pales” viejos, bajábamos a Valdezrza (un cerro con muchas zarzas como su nombre indica) a coger zarzas y cazar renacuajos y pájaros con pegamento y jugábamos también muchos a los toros (sobre todo al pilla-pilla como si fuera un encierro). Seguro que se me olvidan juegos, pero eso es lo que recuerdo. Conforme vamos siendo mayores perdemos esa imaginación y se acaban esos momentos tan buenos, cosa que hace que eches de menos esos veranos y buenos momentos…
miércoles, 7 de abril de 2010
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